domingo, 20 de septiembre de 2009

EL PEQUEÑO GORRIÓN

emigalla2000@yahoo.com.ar

clip_image001 Hola! quiero hacerte un regalito anticipado. Se nos acerca el "fin de año" (aunque el año termine el 20 de marzo según la astrología y la astronomía), este fin de año decretado por cierta conveniencia religiosa. Pero el hecho de que tantas almas en el mundo así lo celebren, energéticamente se vive, guste o no guste, se quiera o no se quiera, como el fin de un ciclo.

Ese fin de ciclo social/religioso nos suele poner un tanto reflexivos, o a veces algo tristes, o a veces contentos porque decimos que "se va", infantilmente creyendo (o tal vez sólo sea una esperanza) que el que viene será mejor.

En mi opinión, será mejor o no, dependiendo de cuanto cambio hagamos cada uno dentro de nosotros mismos. Dijera cierta mariposita... "depende de cómo vivamos las circunstancias".

Tal vez será mejor para cada quien, en tanto logremos ser cada uno de nosotros, un poco mejor este año que viene; me refiero a que alcancemos cierto nivel de comprensión al que no habíamos llegado, a que nos quede algo de aprendizaje convertido en experiencia, en lugar de trauma... a que seamos capaces de ver la luz aunque sea por un instante, de la verdad y la Verdad tan perversamente escondida. O aunque sea, a que ya no tengamos tanto miedo de abrirnos a nuestra propia verdad, como tanto miedo a que despertemos tienen aquellos que hacen de su vida un culto a disfrazar la verdad, para que no la veamos.

Pienso que tal vez podamos ser libres a través de la verdad (como fue escrito...) recién cuando no nos asustemos de vernos en nuestra propia verdad. ¿Y cómo haremos para vernos en nuestra verdad? Creo que cada uno debe encontrar su propio mecanismo, que sea adecuado para sí, pero en mi caso, al menos, busco reconocerme como integrante de la Naturaleza y darme cuenta, al compararme, que más estoy errando cuanto más intento antinaturalmente, creerme el cuentito de que soy parte de "los reyes de la Naturaleza", de que la Naturaleza fue hecha para que la dominemos, para que sea convertida por nosotros en un medio.

En Claromecó, mientras bajaba el cuatriciclo del trailer, un gorrión (un gorrión en la playa!) se posó cerca de mi mano. Me quedé asombrado de que lo hiciera tan cerca de mí, y me quedé muy quieto, por miedo de que se espantara. No se espantaba, tan solo, me miraba. Al pasar de los segundos, mientras él movía su colita nerviosamente, me animé a acercar mi mano a él, en la expectativa de que se volaría de inmediato, pero para ver a qué distancia podía llegar de él.

No se voló, se quedó allí. Con mi dedo índice, intenté acariciar su cabecita... y él se dejó tocar. Lo hice varias veces, y no se voló. Entonces bajé el dedo por su lomito, como se acaricia a un cachorro. Una vez. Y allí se quedó. Dos veces más... y él, sólo me miraba.

De pronto, saltó a mi mano, cerca de la muñeca, y yo contuve el aliento. Y me quedé muy quieto, observándolo sin poder creerlo. Y luego de unos segundos, saltó al codo de mi campera, hizo una pausa, y de allí, a mi hombro izquierdo. Entonces, yo giré mi cabeza lentamente para observarlo, hasta que mi mejilla quedó en contacto con su piquito. Como si nos estuviéramos dando un besito. No podía creerlo, como tal vez vos, en este momento, tampoco lo creas. En ese instante se me produjo una gran necesidad de reírme de su travesura, pero también una gran necesidad de llorar, porque nunca soñé que algo así podía llegar a pasarme en la vida. El gorrión, de pronto se corrió a saltitos, hacia la parte de atrás del cuello de mi campera. Ya se me habían empezado a asomar las lágrimas cuando no pude contener una sonrisa, porque era como si estuviera jugando a las escondidas conmigo.

Entonces, levanté mi mano izquierda hacia él, para ver qué hacía, y se corrió a saltitos a mi hombro derecho, y luego, allí se quedó. No supe qué pensar, ni supe qué hacer... Lentamente comencé a caminar con él sobre mi hombro, recordando de pronto la imagen del pirata con su loro en el hombro. Dí varios pasos hacia la camioneta, y entonces, así como había llegado, levantó vuelo con un gracioso ruidito de alas, un "rrrrrrrrrr......" remarcado en el silencio de los médanos, y se perdió entre los árboles de tierra adentro, más allá de mi vista.

Increíble. Especial. Un privilegio, considero. Nunca supe quién era; con mi amigo parapsicólogo intentamos descifrar ese rarísimo hecho, y sólo llegamos a la conclusión de que el gorrión encarnaba a una Energía que vino a deshacer una influencia negativa, a "cortar" desde la izquierda hacia la derecha, pasando por mi cuello y mi espalda, eliminando un peso que sabiendo, pero sin saber, estaba yo llevando a cuestas desde hacía tanto tiempo atrás. No lo sé; solo sé que lo voy a saber, cuando llegue el momento de entenderlo. Tal vez, fue sólo un gorrión que intentó hacerme entender que no somos "los reyes de la Naturaleza" sino tan solo... "hijos" de la Naturaleza. Hijos... que estamos matando a nuestra Madre.

Bueno, la interpretación, "queda librada al lector"... puede ser tan solo una pavada, o una mentira, o mi imaginación... pero yo solamente creería que fue mi imaginación, si hubiéramos podido dialogar. Cuando yo le pregunté, con lágrimas en los ojos... ¿Quién sos? no recibí respuesta. Sólo se escuchó el rumor del viento, el rugido lejano de las olas, y el silencio de los médanos en el arenal. ¿O será que es ésa... justamente, la voz de la Naturaleza que no sabemos oír?. Feliz año. Y que estés bien.

Emilio.

Claromecó, invierno del 2005

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